Parte 1: El











Se despertó bruscamente. Mantuvo los ojos cerrados durante un momento y dejó sus pensamientos a la deriva. Había estado sudando. Podía sentir la camiseta húmeda y pegada al cuerpo. Le resultaba imposible pensar claramente en ese momento; sabía lo que estaba por venir y lo que tendría que hacer. Había estado esperando este día con ansiedad. Este iba a ser el primer día de un largo periodo de dolor. No quería molestarla preguntándole qué hora era, así que decidió que empezaría a hacer la maleta, dejándola dormir. Al ponerse en pie escuchó su voz.

-¿Vas al baño?, preguntó.
-No, respondió el con la voz muy baja. -Es la hora.
-Son las 03:45, dijo ella.

Fue al baño. 03:45. Aún quedaba tiempo. Otra hora para dormir junto a ella. Junto a ella. Sabía que su aliento no era el mejor. Habían estado bebiendo hacía apenas unas horas. Al volver del baño no la besó. Simplemente se volvió a acurrucar junto a ella, sintiendo su cálido cuerpo e inhalando su aroma.

Cuando la alarma sonó, sonrió para sí mismo. Sabía que lo haría. A pesar del acuerdo, ella fijó la alarma diez minutos antes de lo pactado. La habitación en la que estaban alojados era muy pequeña, decorada en blanco y negro. Asfixiante. En una de las esquinas, a la izquierda, la imagen de una furgoneta retro. California. En la pared opuesta imperaban los emblemáticos monumentos de Nueva York. La misma imagen cincuenta veces. Una habitación sin ningún tipo de encanto en un hostal cualquiera, hecho para jóvenes con el mismo problema. Sin la misma solución. Había elegido el hostal por el precio y la ubicación y porque pensaban permanecer en él unas pocas horas.

Todas sus pertenencias estaban esparcidas por los escasos metros cuadrados de falso parquet. Las agrupó rápidamente, empujando sin ningún cuidado hacia el fondo. Se lavó la cara y cepilló sus dientes con relativa tranquilidad. Estaba convencido de que tenía tiempo de sobra. 

Al salir se percató de que ella había dado unos mordiscos a una de las manzanas. Una vez más sonrió para sus adentros al pensar que había hecho eso para refrescar su boca antes de besarle.

-¿Qué hora es?, preguntó.
-05:18.

05:18. No lo podía creer. Ella le mostró la pantalla del teléfono. 05:18. Ya no había tiempo para nada. El bus al aeropuerto pasaría en dos minutos. Se abrazaron fugazmente. Dijo adiós y se lanzó hacia la puerta. 

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