Cosas del ciclo...
Nunca pensé que los inviernos se convertirían en mi verano favorito. Dije que no tantas veces y tan convencida, que acabé creyéndome que nunca pasaría. Dicen que nunca digas 'de este agua no beberé' si no quieres beber de más. Y encima caliente. Pelando la lengua. Que luego raspa. Y ahora el diagnóstico es hiperhidratación. Lo mismo tenían razón. Pero prometo que he luchado. Con mil espadas de goma. Y alguna que otra patada al aire. He intentado no mirar cuando encontraba flores en mi puerta. Cuando me hacías café a las seis de la mañana. Cuando yo volaba y tu cuidabas de mi cama. Cuando escribías tu diario en mi espalda. ¿Porqué nunca me avisaron de que los días de relativa calma se desvanecerían entre mis dedos? Que no marcan. Que no queman. Que no, nada. Que la felicidad no existe. Como mucho, un puñado de buenos momentos. Entramos y salimos de algunos de ellos como si pudiésemos volver a retomarlos. Con una convicción (a veces) de que va a ser posible un reto