Diamantes


Mi diamante.


Tengo un cajón llenos de palabras para ti. De mariposas. De cosas que nunca dije. De cosas que nunca diré. Lleno de besos y abrazos pendientes. Lleno de tu olor. Pero hoy tengo algo para ti. Tengo un 'te extraño' que quiere salir.

Te echo de menos. Básicamente porque alguien como tu siempre debería estar. Estar de más. Estar. No como yo no lo estoy. No como tú dejaste de estarlo. Te echaba de menos. Comprendí el significado de una ausencia demasiado pronto. Cuando aún ni procedía. Cuando me aferraba a tu bufanda implorando que nunca nada nos separase. Y luego te eché aún más de menos. Cuando confundía el frío de la Navidad con tu ausencia. Cuando mi cerebro entendió que tu voz era su música. Y que te prefería a ti al silencio. Te dejé marchar medio conforme, para ver si aprendías a sonreír. Y vivo tranquila porque sé que lo conseguiste. 

Como hija; como hija me costó entender muchas cosas. Era un instinto egoísta que exige la calma y el calor que son tus brazos cuando mi mundo se tambaleaba. Como hija me costó admitir que tenías que irte para seguir creciendo. A pesar del hueco que a mi se me quedó y del frío que había tras tus plumas. A pesar de saber del vacío que una mujer como tu dejaría en mi día a día. Porque eras, eres y serás la mujer de mi vida. La que supo hacerme ver el valor de las cosas. Sin una vara muy dura. Sin una cuerda muy floja.

Como mujer no puedo estar más orgullosa de ti. Porque sí que entendía tus motivos y razones. Porque sí entendía tus miedos, tus lágrimas, tus deseos. Porque eres mi diamante. Fuerte, transparente y brillante. Y porque si algún día mi reloj biológico empieza a funcionar y acaba obligándome a ser mamá, me daría por satisfecha si llego a ser la mitad de lo que tu has llegado a ser. La mitad de paciente, honesta y auténtica. La mitad de piel que te has ido dejando en cada puesta de sol. Una mujer digna de admirar desde todos sus ángulos. Como todo buen diamante. 

Te echo de menos. Porque a veces quiero que me abraces. Cuando quiero explotar y solo tu hombro me vale. Cuando las nubes de mi cabeza nublan el sol que seguro está iluminando tu sonrisa. Te echo de menos. En todos y cada uno de los momentos que se me caen de los bolsillos sin poderlos disfrutar. Consciente de todas las veces que no veo tus ojos brillar. 

He venido a decirte que te quiero. Como probablemente nunca vaya a querer a nadie. Porque el amor que se siente por una madre está compuesto de magia. De respeto. De gratitud. Y de mil y un ingredientes que hacen que este sentimiento sea tan incondicional. Gracias por ser como eres. 

"Feliz día de la madre + 1".


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Abismos

Retales